5 de diciembre de 2014 en el Gaztetxe de Gasteiz
Abenduaren 5ean Gazteizko Gaztetxean
Gasteizko liburu eta eztabaiada antiauritarioari buruzko topaketa (2013ko ekainak 8 eta 9)
20 maiatzaDatozen Ekainaren 8an eta 9an " II. Liburu eta Eztabaida antiautoritarioari buzuko topaketa" egongo da Gasteizko Brullerias Plazan eta bertan parte hartzeko gonbitea luzatu nahi dizuegu. Topaketan parte hartu nahi duten, argitaletxe eta banatzailei Ekainaren 2anbaino lehen izena ematea eskertuko genieke, hurrengo informazioa info@liburutopaketa.net emailera bidaliz: - Taldearen izena, argitaletxea, banatzailea etc. - Ostatu beharra - Zenbat pertsona datoz eta noiz - Posta elektronikoa eta/edo telefono zenbaki bat Informazioa zabaltzea eskertuko genuke. LIBURU ETA EZTABAIDA ANTIAUTORITARIOAREN II. TOPAKETA
- Lukas Prest
- Viva Bazooka
- La banda del abuelo
Informazio gehiago: http://liburutopaketa.net info@liburutopaketa.net Los próximos 8 y 9 de junio tendrá lugar el " II Encuentro del libro y debate antiautoritarios" en la Gasteiztarra Plaza de Brullerias y te queremos invitar a qe tomes parte en los actos. También agradeceríamos la difusión de esta información. A las distribuidoras, editoriales,... que quieren participar en el encuentro pedimos de confirmar asistencia antes del 2 de junio, mandando la siguiente información al mail info@liburutopaketa.net : - Nombre del grupo, editorial, distribuidora, etc. - Necesidad de alojamiento - Número de personas que vendrán al encuentro y cuando - Dirección electrónica y/o teléfono de contacto IIºENCUENTRO DEL LIBRO Y DEBATE ANTIAUTORITARIOS
Más información: http://liburutopaketa.net info@liburutopaketa.net
Para una crítica radical del estado social de derecho
19 AzaPedro García Olivo
(El estado del bienestar según sus críticos y victimados)
“Si tuviera la sartén por el mango ni siquiera me molestaría en construir un edificio como éste [la cárcel]
para meter en él a todos los polis, directores, putas de lujo, chupatintas, militares y diputados.
No, los pondría en el paredón y acabaría con ellos,
igual que ellos hubieran hecho ya hace años con los tíos como yo;
quiero decir, lo habrían hecho si supieran lo que significa ser honesto”.
Alan Sillitoe, “La soledad del corredor de fondo”
1)
El Estado
Que el Estado sobrevino para “sostener” un orden económico y social fracturado, una dominación de clase, una modalidad específica de división del trabajo, resultantes del desarrollo de las fuerzas productivas, es una idea vieja y sólida que nos recuerda enseguida a Engels. Que el Estado fue, en la historia de la iniquidad, lo primero; y debe concebirse como “premisa” de aquella rotura, “requisito” de la desigualdad y de la explotación social, factor constituyente y nunca mero derivado, como argumentó Clastres apoyándose en informes de la antropología, es una hipótesis que seduce porque trastorna. Pero, causa o efecto, apenas puede discutirse que solo hay Estado donde hay opresión y que los aparatos administrativos tienen por objeto la “reproducción” de la forma de injusticia social imperante.
El “monopolio de la violencia legítima”, la creación de una fuerza pública armada, distingue al Estado desde sus inicios, como subrayó el autor de El origen de la familia… De un modo sustancialmente acabado bajo la Modernidad, Leviatán se dotará asimismo de un armazón estrictamente bífido: el cielo de un entramado de leyes (normas de obligado cumplimiento) y el suelo de un repertorio de procedimientos para sancionar las desobediencias y castigar a los transgresores -el Derecho. Desde esta perspectiva, hablar de “Estado de Derecho” constituye casi una redundancia: sin la policía moral del Derecho no hay Estado Moderno, como tampoco subsistiría sin la policía física de sus esbirros armados.
Desde el siglo XIX, y conforme se municiona y asienta el Liberalismo, al “Estado de Derecho” incumbirá la salvaguarda de la máquina productiva y de las relaciones sociales definidoras del Capitalismo. Marx lo señaló con toda claridad: “El Estado de una sociedad dividida en clases es siempre el Estado de la clase dominante”. Cambiando de lenguaje, podría decirse que el Estado burgués se especifica por su implicación en la invención del Proletariado: forja “legal” y “caracteriológica” (político-jurídica y psico-moral) de la clase obrera típica, regeneración incesante de ese objeto de la explotación material y de esa forma sometida de subjetividad sin la cual no es pensable la figura entronizada del empresario, o del banquero, como tampoco el perfil parasitario del funcionario y del político.
2)
El Estado del Bienestar
Nicos Poulantzas consideró que “fascismo” y “democracia” eran las dos cartas que, para defender sus intereses, la burguesía podía poner encima de la mesa, en función de la coyuntura económico-social y de las relaciones de fuerza. Yo me distancié de esa teoría al estimar que el “demofascismo” es ya la carta única de los grupos sociales dominantes, su carta exclusiva, que hoy por fin ponen boca arriba. Pero recupero a Poulantzas en segundo plano para sugerir que, por un lado, el “Estado Social de Derecho” (en mi acepción: un Estado que esgrime demagógicamente la causa de la cohesión social, de la “integración” de la población, de la “atención” a las necesidades de los ciudadanos, de la “dignificación” de las condiciones de vida de la masa laboral, etc.) y, por otro, un “Estado de Derecho” que ya no valida el término “social” (afín a la doctrina liberal crasa, instauradora de una guerra de todos contra todos, de todos los individuos contra todos los individuos, solo regida por el deus ex machina del Mercado, guerra entre desiguales y mercado subrepticiamente “gestionado”) sí son las dos piezas que el Demofascismo, con las clases y fracciones de clase que mantiene en la supremacía socio-económica y en la prevalencia política, puede hacer tocar, como música de fondo, en este baile absurdo y suicida de los hombres y mujeres de las sociedades democráticas occidentales. Estado Social de Derecho y Estado Mercantil de Derecho: dos maneras, que admiten mixturas, de reproducir el status quo social general; dos composiciones que cabe alternar y en ocasiones “fusionar” (el Estado social no deja de ser un estado mercantil y el Estado mercantil no se desentiende sin más de la cuestión social) para dictar los movimientos corporales de esos enloquecidos danzantes del Capitalismo tardío. Estado de Derecho, social o mercantil, que sanciona y blinda la propiedad privada, la economía del Capital, las clases sociales en su oposición regulada, la tiranía de la democracia representativa y el fundamentalismo ideológico liberal.
La forma menos vaporosa del Estado Social de Derecho ha recibido el nombre de “Estado del Bienestar”, que no señala un bienestar de todos en el área de las potencias hegemónicas y que se funda en el malestar de casi todos en el ámbito de los países dependientes, como han denunciado tantos críticos del neo-imperialismo y de la globalización. Esta modalidad del Estado no aparece como un “telos” de la lógica política del Capitalismo: puede venir y puede irse, se acerca y se aleja. Hoy tiende a difuminarse, en lo que atañe a los países del sur de Europa; pero persevera y hasta se fortalece en otros, europeos y no europeos. Pretendo contribuir a su crítica, pues la percibo como la mayor engañifa, como la mentira más descarnada, como el engendro más falsario, más venenoso, que cabe disponer para la justificación (legitimación) de la coerción gubernamental y de la explotación social, para la perpetuación de la casta política y del canon de vida de los sectores burgueses y “aburguesados” (de un lado, empresarios, banqueros, funcionarios,…; de otro, empleados y trabajadores que comparten la psicología, la mentalidad, lo que Horkheimer llamó el “carácter social”, de la clase dominante: la mayor parte de la población en las naciones del Norte, por tanto).
Desde un punto de vista genealógico, el “Estado Social de Derecho”, análogo en sus categorías fundamentales al “Estado del Bienestar”, halla “astillas proféticas” de lo que ha devenido en la contemporaneidad, un “lugar de procedencia”, en el subsuelo filosófico, epistemológico, del Despotismo Ilustrado (“Todo para el Pueblo, pero sin el Pueblo”: administración de las necesidades “postuladas” del Pueblo en beneficio de las oligarquías). Desde ese momento, la estatalización del Bienestar queda soldada al despotismo, al autoritarismo, a la coacción política; y queda atada, también, a la Ilustración y a sus conceptos rectores -noción “cósica” de la verdad, elitismo, misionerismo social, racionalismo desalmado, finalismo,… La política de Federico II el Grande, monarca de Prusia, es citada a menudo como exponente de esta síntesis y augurio del “Estado Social”.
En segundo lugar, el “Estado del Bienestar” se prefigura, al nivel de la expresión ideológica, de la cuasi-doctrina, en las postrimerías del siglo XVIII y a lo largo del XIX, de la mano del liberalismo en ascenso, de los nacionalismos, de la axiomática constituyente del Estado-Nación (forma capitalista de gestión del espacio social). En el gran laboratorio político-ideológico de la Modernidad, proceso que se ha denominado “Revolución Francesa”, Antonelle, en su discusión “amistosa” con Babeuf (y partiendo de Rousseau: “que todos tengan lo necesario y nadie posea en demasía”), esboza la aspiración nuclear de la posterior socialdemocracia y también del Estado Social, del Estado del Bienestar: “mantener un grado soportable de desigualdad en las fortunas”.
“Hemos llegado un poco tarde, tanto el uno como el otro, si hemos venido al mundo con la misión de desengañar a los hombres sobre el derecho de propiedad. Las raíces de esta institución fatal son demasiado profundas y dominan todo; ya no se pueden extirpar en los grandes y viejos pueblos…
La eventual posibilidad del retorno a ese orden de cosas tan simple y tan bueno (el estado de comunidad) quizá no es más que un sueño…
Todo lo más que cabría esperar sería un grado soportable de desigualdad en las fortunas…”.
Es decir, se preconiza la intangibilidad de la propiedad privada, de la división en clases, de la plusvalía capitalista, del libre mercado (base material de la “representación” política, con su juego de partidos y de elecciones). Trascurridas unas décadas, Von Stein vindicará precisamente el “Estado Social” (se le considera uno de los “padres” del concepto) como expediente para atenuar los desórdenes y las violencias suscitadas por el conflicto de clases y conjurar así el peligro de la revolución…
La deriva “socialdemócrata” del marxismo, con la aceptación de las reglas del juego de la democracia burguesa, que desemboca en una ruptura explícita con su matriz y una convergencia con las posiciones clásicas del radicalismo liberal, termina de aportar los ingredientes para el compuesto movedizo del Estado del Bienestar (reformismo socio-laboral, productivismo, mística del Progreso, ideología de la reconciliación de las clases, codificación de “derechos humanos”, “progresismo” ético-jurídico,…).
Se ha sostenido que la noción “Estado Social de Derecho” designa un principio, mientras que “Estado del Bienestar” se refiere a una práctica. Yo estimo que, en la actualidad, ambas expresiones remiten a un mismo objeto; y las utilizo como sinónimas. El “Estado Social de Derecho” ostenta, sin embargo, como término, un prestigio y un aura superior al del “Estado del Bienestar”: los adversarios de este último, por ejemplo, tienen más miramientos a la hora de extender sus críticas a la noción de “Estado Social”. Por utilizar una analogía fácil, diría que estamos ante la misma “letra”, solo que una aparece con mayúscula (“Estado Social de Derecho”) y la otra con minúscula (“Estado del Bienestar”). También cabría sugerir que el “Estado Social de Derecho” aparece como el continente del “Estado del Bienestar”; y el “Estado del Bienestar” deviene como el único contenido del “Estado Social de Derecho”.
3)
Los críticos
La gama de aprensiones, repulsas, reconvenciones, repudios y rechazos teoréticos que ha merecido el Estado, incluida la especie que mentimos “del Bienestar”, es casi inabarcable. Pero cabría destacar seis figuras, seis posiciones cardinales de crítica en gran medida todavía vigentes:
1.La denegación anarquista “clásica” del Estado, desde Bakunin y Kropotkin hasta Stirner.
2.La concepción marxista “ortodoxa” del Estado, tal y como se configura en los textos de Engels, Marx y Lenin; y el modo en que es “leída” por Althusser y otros estructuralistas.
3.La crítica de la socialdemocracia como instancia de “desmovilización” e “integración” de las masas populares en el orden capitalista, desde la perspectiva que inaugura Graco Babeuf, antes de la cristalización del “Estado social”, y que, de algún modo, retoma W. Benjamin. Lo que, a mediados del siglo XIX, Lorenz Von Stein marcaba como un propósito insoslayable del Estado “social” (desplegar reformas que conjuren el enfrentamiento de clases y eviten los daños de la subversión) se vislumbra ya un logro, un objetivo cumplido, cuando Benjamin, cien años más tarde, concibe las “Tesis de Filosofía de la Historia”.
4.Los efectos “toxicológicos” (adición, dependencia) de la protección estatal, según I. Illich. En sus obras sobre la educación, la sanidad, los transportes,… este autor denuncia incansablemente el modo en que las “burocracias del bienestar social” acaban con la capacidad de auto-organización del individuo y con la cooperación comunitaria, generando impotencia psicológica ente los ciudadanos, en una suerte de auténtica “toxicomanía” de la asistencia estatal.
5.La revisión de la problemática del Estado por los autores que analizan las relaciones de poder y de saber en el marco de la “biopolítica” moderna. Partiendo sobre todo del “último Foucault” y aprovechando los estudios de Agamben, cabe desplazar los acentos en la crítica del Estado del Bienestar, abriendo campos de investigación y de resistencia que no se percibían desde las tradiciones anticapitalistas precedentes.
6.El cinismo constituyente de todo Estado Social, tal y como se insinuaba en sus categorías y prácticas fundacionales (Girardin, Maffesoli, Sloterdijk,…). La forma de racionalidad de que se asiste la literatura del Estado del Bienestar, los conceptos filosóficos que determinan su desenvolvimiento político, arrastran la mácula de la onto-teo-teleología moderna y del productivismo burgués, incapacitándose por tanto para una praxis que no se revele genuinamente “anti-social”, preservadora de la desigualdad y de la explotación.
4)
Los resistentes y victimados
Pero el Estado del Bienestar halla también una poderosa “fuente de impugnación” en la realidad histórico-social. Y cabe hablar de “islotes de ausencia de Estado”, de “huecos”, de “oasis de desestatalización”: formaciones que han subsistido, y en menor medida subsisten, “sin Estado”, para la sorpresa de tantos politólogos occidentales. “Resistentes” a Leviatán, que se convierten a pasos agigantados también en sus “víctimas”….
Se encargaba el imperialismo de arrasar culturas y desmantelar estructuras económico-políticas en África cuando “chocó” con una realidad que nuestros antropólogos no han podido ocultar: la existencia de “pueblos sin gobernantes”, de “anarquías organizadas” (H. Barclay, J. Middleton y D. Tait), etnias y comunidades que englobaban en ocasiones a millones de personas y que se desenvolvían en ausencia del Estado, lejos de la subordinación a una máquina burocrática, a un aparato gubernamental. Mbah e Igariwey nos han proporcionado la “lista” de los pueblos que “carecen de autoridad centralizada, maquinaria administrativa e instituciones judiciales, en resumen, que carecen de gobierno y de dirigentes, y en los que no existen divisiones acusadas de rango, estatus o riqueza, es decir sociedades sin Estado”: “Entre las sociedades sin estado que existieron en el continente se encontraban los Igbo, Birom, Angas, Idoma, Ekoi, Ndembe, los pueblos del delta del Níger, Tiv de Nigeria, Shona de Zimbabwe, Lodogea, Lowihi, Bobo, Dogón, Konkomba, Birifor (Burkina Faso, Níger), Bate, Kissi, Dan, Logoli, Gagu y Kru, Mano, Bassa Grebo y Kwanko (Costa de Marfíl, Guinea, Togo), Tallensi, Mamprusi, Kusaasi (Ghana) y los Nuer (al sur del Sudán), etc., contabilizándose hoy en día casi doscientos millones de personas en total”.
América Latina había surtido y sigue surtiendo, asimismo, testimonios de ese fenómeno: la proliferación de “pueblos sin Estado”, de etnias y comunidades ajenas a la ley positiva de la Administración. Levi-Strauss habló, a propósito, de “la sociedad de la naturaleza”; y Pierre Clastres analizó un aspecto de estas formaciones casi incomprensible para un europeo “cívico”: que los Jefes, los Líderes de muchas tribus, en absoluto actuaban como “dirigentes” y podían estar al frente sin mandar, sin ejercer el poder, renunciando a la autoridad. Pero no solo en las selvas tropicales, y entre grupos nómadas de cazadores y recolectores, se dio el vacío del Estado. Las comunidades mesoamericanas “en usos y costumbres”, que fechan su esplendor en los siglos XVIII y XIX y, combatidas por el liberalismo y la globalización, subsisten hoy, por ejemplo, en vastas regiones de México y en no pocas localidades de Guatemala, descritas por Carmen Cordero para el caso de Oaxaca y por Lapierre, entre otros, en lo concerniente a Chiapas, estructuralmente semejantes al “sistema de aldeas” del África Negra (aún vivo allí donde desfallece la influencia de la ciudad, nos recuerdan los investigadores africanistas), han alcanzado un grado importante de cristalización organizativa y reivindicativa, y ondean con entusiasmo la bandera de la autonomía indígena, de la tradicional “ley del pueblo” (que significa la supresión “local” de la gobernanza y la imposibilidad de incorporarse a un proyecto moderno de “Estado-Nación”), como atestiguan la lucha zapatista del FZLN y la resistencia magonista del CIPO-RFM, dos meros botones de muestra.
En América del Sur se repite este escenario, este conflicto entre el anhelo anti-estatal indígena y los proyectos “modernizadores” de las autoridades, como se ha evidenciado dramáticamente en Bolivia, en Perú, en Ecuador,… En “La bala y la escuela” denuncié cómo la idea del autogobierno local, la llamada “democracia india” (directa, basada en la asamblea, con cargos rotativos, electos y no remunerados, sin “representantes”, sin “partidos”, sin “fuerza pública”, sin “código jurídico escrito”, etc.), sigue pagando cuotas de sangre solo por resolverse en práctica; sigue siendo sofocada por las armas, lo reiteraba Pablo Cingolani, incluso allí donde un indígena corona el poder del Estado…
Al lado de las comunidades indígenas “sin Estado”, documentadas también en Asia, en Oceanía, en las zonas frías próximas a los casquetes polares,… encontramos asimismo la “anti-política” de muchos pueblos nómadas, que se han desenvuelto libremente por las tierras, manifestando un orgulloso “desinterés” hacia las leyes de las Naciones que las acreditaban como propias. Paradigmático es el caso gitano, que analicé en “Del pogrom al programa. Hipocresía del interculturalismo y aniquilación de la gitaneidad”. Enfrentados y perseguidos por las leyes de los países que habitaban temporalmente, los gitanos han conservado, hasta anteayer, unas pautas de organización interna, una conformación social y de la vida cotidiana, vueltas contra las pretensiones homogeneizadoras de las burocracias, “al margen” y “en contra” de los usos jurídicos sancionados por los Estados. Así lo subrayaron, con fuerza inusitada, Félix Grande y Bernard Leblond, entre otros. Habiendo sobrevivido al “pogrom”, a la detención y al encarcelamiento masivos, los gitanos sucumben, como diferencia, como idiosincrasia, a la insidia integradora del “programa” (asimilacionismo de nuevo cuño, “multiculturalista”) e incrementan la lista de los victimados por la Administración.
Por último, en el corazón mismo de Occidente, en lo que hemos denominado “mundo rural- marginal”, en las aldeas recónditas, a menudo de montaña, pastoriles o agrícolas de subsistencia, el Estado fue “puesto a raya”, “silenciado” o “aplazado”, en beneficio de prácticas asamblearias y cooperativistas, de fórmulas de autogestión y de apoyo mutuo. Pueblos donde el Estado “apenas llegaba” se han organizado de un modo autónomo durante décadas, indiferentes a los decretos de los gobiernos y a los edictos de las alcaldías, discursos lejanos de gentes desconocidas. “Diferencia amenazada que nos cuestiona”, como sostuve en el ensayo publicado por la revista “Raíces”, hoy se baten en retirada, ante la acometida circunstancial de la modernización capitalista, de la que forman parte los proyectos agro-eco-turísticos alentados por los gobiernos.
Es importante señalar que, en los tres casos (indígena, nómada, rural-marginal), la “ausencia de Estado” se acompaña de la pervivencia de órdenes sociales igualitarios, sin escisión, sin dominio de clase, sin asalarización de una parte del colectivo; y de una disposición de la vida cotidiana regida por las formas diversas de la ayuda mutua, de la colaboración entre compañeros. Democracia directa, comunalismo y ayuda mutua constituyen la respuesta simétrica (anti-estatal) al elaborado altericida (filo-estatal) de la democracia representativa, el trabajo alienado que emana de la propiedad privada y el individualismo avasallador…
Contra el Estado del Bienestar, pues, cabe disponer, al lado de las palabras de sus “críticos”, la praxis de sus “resistentes-victimados”.
5)
Los mercenarios
Al calor del Estado Social de Derecho ha surgido una retícula de “profesionales”, generadores a sueldo del supuesto “bienestar”, galería de “mercenarios” desencadenante de la “adición” a la protección institucional. Médicos y enfermeros, profesores y maestros, jueces y abogados, periodistas,… se acercan al individuo tal “misioneros” y “catequistas” de la nueva religión del Estado, dosificando el despotismo y el paternalismo, la ideología del experto y los discursos del altruismo. Desposeen progresivamente al sujeto de su capacidad de autogestión: autocontrol de la salud, aprendizaje automotivado, autonomía en las relaciones con los demás, elaboración personal de la propia opinión,… Pero acaban también con la comunidad como ámbito organizativo y de resistencia, pasando a cuchillo sus logros: medicina tradicional, educación comunitaria (local, clánica, familiar,…), derecho consuetudinario, ámbitos de reflexión colectiva,…
“Administrados”, la salud, la educación, la justicia y la opinión pública se erigen en los tentáculos del Estado, al mismo tiempo valedores del aparato y garantía de su poder omnívoro. El Estado llega a casi todos los rincones de la sociedad y de la vida cotidiana gracias a esa tropa cínica de empleados. Reclutados para el buen gobierno del territorio social y para el control de las subjetividades (ya aparezcan como “funcionarios”, “para-funcionarios” o embaucadores “liberales), segregando “ideologías específicas” (“laborales”, “corporativas”) y un particular “verosímil profesional” (“sentido común sectorial” de quienes comparten un desempeño o una función), se aplican todos los días a la preservación de la hegemonía burguesa y de la coerción democrática liberal.
Anarquismo y lucha de liberación nacional
12 UztPor Costantino Cavalleri
Si valoramos el tema desde la óptica cuantitativa, l@s anarquistas que han osado abordar las luchas independentistas, o de liberación nacional, fuera de prejuicios ideológicos o lingüísticos, han sido numéricamente una ínfima minoría del movimiento. Esto resulta sustancialmente cierto incluso para el periodo en el cual la implicación anarquista en tales luchas ha sido importante, en el mismo corazón de la Europa occidental: los años a caballo entre el inicio de la década de 1970 y finales del decenio siguiente.
Quizás una consideración más atenta de la temática habría abierto al anarquismo la posibilidad de tener una influencia mayor, más consistente, en todas aquellas situaciones de lucha por la autodeterminación que implican a poblaciones más o menos amplias, y que representan un grave problema de gestión para el Estado capital en general, y para los Estados tradicionales en concreto. Pensemos en la situación que debe afrontar el Estado español en relación a la cuestión vasca o catalana, y frente a las tensiones centrifugas que cristalizan en zonas como Asturias o Galiza; también en la situación que se le presenta al Estado francés en relación a las cuestiones vasca y corsa, y a las cada vez más emergentes de la población bretona.
La mayor parte del movimiento anarquista, no habiendo afrontado el problema de la liberación nacional, si no es esporádicamente y a través de las lentes de la ideología, no llega nunca a comprenderlo en su esencia, y persiste en su distanciamiento de las realidades correspondientes. Dejando las manos libres a todo lo que de especulativo, instrumentalizador, electoralista y autoritario hay en todas aquellas manifestaciones, iniciativas, encuentros, congresos y operaciones mediáticas llevadas a cabo por partidos y grupos políticos presentes en el territorio en los que se desarrolla una lucha independentista. Grupos y partidos que tienen como referencia a las instituciones europeas, y las avalan como referentes de “primer orden” para aquellas “naciones sin Estado” de las que se autoproclaman representantes cualificados. Y es evidente que si el anarquismo, en base a consideraciones exclusivamente “de principios” fundadas sobre razonamientos de doctrina aparentemente calificativos, continua situándose fuera de esos contextos de lucha, solamente refuerza la tendencia “purista” que lo aleja de esa sociedad que no llega a entender a la que solo lecturas e interpretaciones acomodadas reducen a una masa completamente entregada al chovinismo o “nazionalismo”.
Aunque solo sea desde la óptica de la lucha antirrepresiva que los movimientos revolucionarios de clase deben afrontar contra la actuación de la universalizadora policía del nuevo estado europeo, hay que continuar criticando el apoyo que le dan las grandes y pequeñas fuerzas que sostienen las instituciones interestatales del viejo continente, y las operaciones que requieren intervenciones directas en aquellas realidades “locales “de las que emerge un apoyo directo o indirecto a dichas instituciones. No solo, la misma crítica del capital y la concentración económico-monopolística de los grandes trust (productivos y financieros) que gobiernan Europa, debe encontrar en las poblaciones locales un referente valido que tirando en dirección centrifuga representan una posibilidad de obstaculizar los diseños homologadores y pacificadores del capital-Estado multinacional.
El haber excluido la lucha de liberación nacional del ámbito de los intereses y la actuación propia, el haberla confundido voluntariamente con el chovinismo (porque deriva de interpretaciones ideológicas), ha constreñido a la mayoría de l@s anarquistas a los márgenes de movimientos sociales de gran relevancia y más aun a no comprender nada, y por tanto a no poder desarrollar un papel positivo, en los conflictos entre etnias diferentes, abandonadas a la manipulación de las diferentes fuerzas autoritarias cuyo único objetivo es la gestión del poder (ligado siempre y en todo lugar al Estado-capital tradicional): pensemos en la ausencia casi total del anarquismo en los recientes conflictos en los estados ex socialistas y en particular en la ex Yugoslavia.
En cambio, hoy como ayer, a los ojos de aquell@s de nosotr@s que miramos a la sociedad con desencanto, lejos de lecturas políticocéntricas, de los dogmas ideológicos, y a la vez somos crític@s radicales de la ideología mortificante del poder constituido en todas sus variantes, no es imposible entrever a través del velo con el que se intentan ocultar los conflictos sociales, momentos significativos de esa oposición no valorada ni considerada en sus justos términos sociales y culturales. Esa oposición pone en discusión las tensiones mundializadoras del capital-Estado: el redescubrimiento de algunos elementos de la cultura “tradicional” de las comunidades humanas, vaciados de los valores y del sentido de la vida de las que son portadores por la ideología dominante de la mercancía y el consenso generalizado en torno al sistema de alienación vigente. La recuperación de la música étnica, de las lenguas, de las tradiciones, señala (es cierto que de manera contradictoria y fácilmente utilizable en el circuito cuasi-religioso y comercializador de lo exótico que representa una faceta más de la mercancía postindustrial) un emerger de sensibilidad que redirecciona voluntades y conciencias hacia la búsqueda de una visión más ajustada a la medida del ser humano, enraizada en el magma de la nación.
Observar hoy día los acontecimientos del territorio en el que se habita con una concepción que ve al hombre como sustancialmente ligado al territorio, y no intente salvaguardar su integridad, o al menos reservarle cierto respeto, supone ofrecer una ocasión manipulable para las posiciones y movimientos ecologistas cogestores del sistema del Estado-capital; pero esta visión también abre la posibilidad a disidencias radicales y oposiciones reales a la marcha general.
Cierto, se trata casi siempre de movimientos y sensibilidades que desde finales de la postguerra de la II Guerra Mundial han emergido en las sociedades altamente tecnológicas y opulentas: los USA y parte de la Europa occidental; y que el mismo sistema ha contribuido a dirigir en parte hacia su propia neutralización en las modas new age y el orientalismo. Artificios y comportamientos pacificadores que han el espíritu originario y reconducido a sus portador@s a la vida tranquila que la sociedad del Estado-capital reproduce esterilizando las tensiones centrifugas con ejercicios de yoga, ecologismo de postal, cocina orientalizante, literatura “esotérica”, mentalidad budista…todo ello coexistiendo en simbiosis con la presencia de la metrópoli, incluso con la más alienada del mundo.
En cambio, nada puede declararse definitivamente pacificado. En el corazón de la propia Europa late un universo, un mundo no plenamente aculturizado ni domesticado a la voluntad, los valores e intereses del Estado-capital postindustrial. Es el mundo de las zonas rurales, donde las poblaciones campesinas y montañesas, o la de las zonas tradicionalmente dedicadas a la explotación minera, enraizadas en su territorio y su propia actividad económica, y por lo tanto ligadas a la cultura de la que esa actividad es un simple trazo, se adaptan mal a las reestructuraciones sustanciales que impone la globalización del mercado en la época telemática.
El mismo fenómeno de la dependencia total del campo, de la ruralidad en general, de los pueblos y aldeas, respecto de la metrópoli, y de esta respecto a los pocos centros del planeta en los que se juega la suerte de las multinacionales en gigantescas operaciones político-financieras, determina o esta redeterminando un fenómeno de emigración hacia el centro del sistema planetario, hacia la metrópoli entendida en un doble sentido, como ciudad y como país rico. Un fenómeno de dimensiones tan amplias necesariamente debe encontrar, tarde o temprano, un dique, un límite. Límite que no es difícil imaginar cruento, autoritario, represivo, como de hecho ya se manifiesta frente a millones de desesperad@s obligad@s a huir de su propia tierra a causa de las condiciones que la colonización occidental ha impuesto recientemente o en el pasado más o menos remoto.
Son estos fenómenos abiertos a miles de posibilidades, en las que esta vez l@s anarquistas, l@s libertari@s, tod@s l@s antiautoritari@s están llamad@s a intervenir. Y es necesario que esta vez lo hagan repasando y reevaluando las cosas a la luz de las experiencias del pasado, y en particular de la lucha de liberación nacional y de la posición asumida por much@s al respecto.
Dicho lo cual queda decir, en pocas líneas, algunas cosas de diversa naturaleza, que en el curso de los años me han llevado, de un modo u otro, a focalizar mejor – dentro de la concepción anarquista de la existencia y de la lucha revolucionaria/insurreccionalista- la lucha de liberación nacional, las ocasiones histórico-culturales que la originaron y los elementos que deben caracterizarla para alejarla del tentáculo monopolizador de las fuerzas del poder que en múltiples situaciones la están reduciendo a un asunto de negociación política, o matándola del todo encauzándola hacia el camino sin salida del enfrentamiento entre ejércitos -el del Estado dominante contra el del Estado que pretende emerger-.
La reestructuración de la disposición capitalista mundial derivada de la informatización de todos los ámbitos de la sociedad, obviamente ha rediseñado también el papel de los propios Estados. La universalidad del capitalismo, de las reglas impuestas para la producción y el consumo de las mercancías, asigna a cada estado el papel predominante de garante de la integridad del capital, de las inversiones, de la circulación de las mercancías, del beneficio del robo. El viejo Estado-nación, con su ideología funcional y mistificadora, no tiene ya como tarea el garantizar el capital nacional, sino el capital internacional de las multinacionales. Y debe garantizarlo, no según sus propias reglas, sino según aquellas que son establecidas en los diversos acuerdos multiestatales, en los que son las propias multinacionales, a las que están ligados los Estados y gobiernos de todo el mundo, las que proponen e imponen sus reglas. La política de fondo de esos acuerdos es la institución mediante la fuerza del chantaje y de los ejércitos de las llamadas “leyes económicas” y asegurar a los dueños del mundo el libre acceso a las materias primas, la eliminación de la competencia, el control de las poblaciones y su dependencia de las centrales de manipulación genética tanto en el campo alimentario como en el industrial. Los Estados tradicionales tienen el deber de satisfacer esas necesidades.
En aquellas situaciones en las que los Estados tradicionales deben afrontar fuerzas centrifugas, como las luchas de liberación nacional, se intenta recomponer un orden estable, incluso permitiendo la creación de nuevos Estados, aunque imponiendo un periodo de prueba para evaluar la capacidad del nuevo Estado para imponer el orden social deseado en el territorio de su competencia. Esta dirección de la política mundial se puede observar aplicada en Palestina, con el consenso del propio Estado israelí, o en Irak con la constitución de la región autónoma de Kurdistán. Pero también se pueden observar contratos parecidos en las periódicas propuestas de “pacificación definitiva” en España, en Inglaterra y parcialmente en Francia frente a Córcega. La destrucción total y definitiva del Estado ex yugoslavo es un ejemplo consumado de cómo se pretende obrar cuando no existen soluciones alternativas. Dentro del mismo marco se pueden interpretar también los acontecimientos de América latina y del continente africano.
La política imperialista actual gira en torno a situaciones sociales que deben ser estabilizadas, y en cierto modo pacificadas, dentro de los modelos de existencia basados en la homologación cultural y la dependencia material del dominio centralizado de las mercancías virtuales. El nacimiento y la muerte de los estados, guardianes de los intereses del capital, ahora está ligada a la virtud de cada uno de ellos para controlar el territorio asignado. Allí donde los gestores de los nuevos Estados se muestran capaces de gestionar la seguridad del capital mejor que los Estados preexistentes, por grandes o pequeños que estos sean, son alimentados y sostenidos por la política mundial, a nivel económico, ideológico y militar. Pero allí donde no demuestran esa capacidad (es el caso del Estado palestino, de los estados emergidos del desmembramiento de Yugoslavia, etc.) se está dispuestos a interrumpir los acuerdos, discutir los tratados, a alimentar guerras de exterminio entre las poblaciones, con el objetivo de resolver, mediante la destrucción masiva, las contradicciones emergentes de las situaciones sociales no pacificadas.
Observar a esas realidades con ojos desencantados significa considerarlas a la luz de lo que no puede ser mitificado, ni instrumentalizado: a la luz de la autodeterminación que parte del individuo. No el individuo místico nacido de la ideología, sino al individuo nacido de su vivencia social, cultural, esto es el individuo de carne y hueso, nacido y vivido en el seno de comunidades reales, en un territorio determinado, dentro de una historia dada, que por bella o brutal que sea, es al fin y al cabo “su historia”.
Una mirada así sólo resulta significativa si no se absolutizan los conceptos y las realidades que estos expresan; además no sé si es del todo posible depurar al mismo lenguaje de todas las incrustaciones de la ideología del dominio que se le han impreso a lo largo de los siglos.
Así, desde este punto de vista el anarquismo tiene cosas que decir al respecto, cosas parecidas a, desde las consideraciones de Bakunin pasando a los estudios de científicos sociales como Elisée Reclús y Piotr Kropotkin, obviamente limpiándolas del lastre positivista y progresista propio de su época.
Por ahora se trata solo de lanzar un desafío para el debate.
(Revista “Nihil”, nº de mayo-agosto de 2006)
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Costantino Cavalleri
Historiador, editor, escritor, teórico y activista anarquista sardo.
Fundador, organizador y alma mater del archivo, biblioteca, editorial e imprenta “Arkiviu Bibrioteka T.Serra” de Guasila, Cerdeña. Desde esta pequeña editorial ha editado toda su obra teórica sobre el anarquismo insurreccionalista y su dimensión operativa en determinados contextos de luchas sociales. También ha editado y divulgado multitud de libros, folletos y opúsculos sobre anarquismo, luchas de liberación nacional, Historia de Cerdeña, luchas populares concretas… así como un gran número de revistas anarquistas y antiautoritarias: “Anarkiviu”, “Nihil”, “Su Gazettinu”, “Birdi ke porru”, etc.
Sus principales contribuciones teóricas a lo que se ha venido definiendo como “anarquismo insurreccionalista”, del que junto a Alfredo Maria Bonanno se le considera el principal teórico, se encuentran resumidas en dos escritos: “Internacional Antiautoritaria Insurreccionalista. Propuesta para un debate”(1993) y “El Anarquismo en la sociedad postindustrial”(1999).
En 1992 fue acusado de tener relación con una serie de ataques con explosivos contra el ejército italiano. Esta campaña de persecución ocurrió en el contexto de la “Operación Paris”: con el pretexto de una serie de secuestros ocurridos en Cerdeña, el ejército italiano fue desplegado en las zonas rurales de la isla, lo que generó gran malestar que en parte se reflejo en multitud de ataques contra las tropas (tiroteos, con explosivos, con molotov…).
En mayo-junio de 1993, a través del boletín Anarkiviu (editado en Guasila, Cerdeña), fue un@ de l@s principales impulsor@s de una propuesta para crear una coordinadora informal de grupos, colectivos e individualidades anarquistas y antiautoritarios de Europa. Esta propuesta que apareció bajo el título de “Internacional Antiautoritaria Insurreccionalista” fue la base, y el nombre, sobre los que entre los años 1995-1996, y posteriormente en 1999-2000, se intentó concretar una suerte de coordinación en los países del área mediterránea. Estos intentos se vieron frustrados por diversas operaciones represivas (el famoso “montaje Marini” en Italia y diversas detenciones en el estado español).
Entre los años 1998 y 2002 estuvo fuertemente implicado en las luchas que se organizaron en el estado español contra el régimen de encarcelamiento FIES y en apoyo a las luchas de l@s pres@s. Trabajo activamente para impulsar la consolidación de un movimiento anticarcelario y de apoyo a l@s pres@s, lanzando diversas propuestas y reflexiones, trabajando por la consolidación de los contactos y la solidaridad desde otros países, etc.
En julio de 1999 participó en Atenas (Grecia) en el juicio contra el anarquista Nikos Matziotis (arrestado tras un atentado fallido con explosivos contra un Ministerio).
Además de todo esto nunca ha dejado de trabajar infatigablemente en su tierra natal, Cerdeña, por el entendimiento, acercamiento y coordinación entre l@s anarquistas de la isla, y también de los sectores populares sardos independentistas; ha participado en la creación de varias organizaciones/coordinadoras informales de corta vida, como el “Cómite de Solidaridad con el Proletariado Sardo Preso” o la “Unión de l@s Anarquistas Sard@s”.
Insurreccionalismo e Individualismo. No creemos confusiones
8 EkaTexto de Gineta Moriconi (extraido de http://www.informa-azione.info)
I.
Últimamente se está generando una gran confusión entre individualismo e insurreccionalismo, como si fuesen la misma cosa. Pero como yo lo veo el insurreccionalismo es más una hipótesis estratégica que una metafísica política. Por ejemplo el partido de los años 70 “Potere Operaio” (Poder Obrero) en su himno cantaba “Estado y patrones atención, nace el partido de la insurrección”. Al fin y al cabo eran “comunistas insurreccionalistas” y por añadidura reivindicaban ser el “partido de la insurrección”.
Tomemos como ejemplo a la principal organización anarquista insurreccionalista de los años 70 en Italia, “Azione Rivoluzionaria” (Acción Revolucionaria). Esta, en sus reivindicaciones, tuvo la lucidez de anticipar temas como la destrucción de las metrópolis, la crítica de la mitología del proletariado industrial y la clase obrera, así como la crítica a lo que Leopardi llamo “la magnífica suerte y progreso” del positivismo científico burgués, por lo demás típico también del determinismo marxista. Una extraordinaria organización anarquista, quizás la primera organización armada postmoderna, que 20 años antes anticipó el primitivismo. En sus reivindicaciones usaban indistintamente la palabra “anarquía” y la palabra “comunismo” como sinónimos. En su documento principal, enviado a dos revistas, una anarquista y la otra comunista, usaban ambos términos en función del destinatario. Ya fuese “anarquía” o “comunismo”, para ell@s significaban una sociedad sin propiedad privada, ni explotación, ni Estado, ni patrones, ni cárceles, ni metrópolis, ni contaminación, etc.
En cambio, últimamente hay compañer@s, como l@s héroes pres@s grieg@s de las Células de Fuego, que se definen explícitamente como “nihilistas”, “antisociales” y “antiorganizativ@s”. Esta terminología también viene siendo usada por los gloriosos grupos latinoamericanos. Por mucho que por mi parte la estima humana y política, y la solidaridad por su heroísmo sean enormes, aunque admire y envidie su coraje y la contribución revolucionaria que están haciendo desde sus células, no puedo dejar de criticarl@s cuando lo estimo necesario. No conozco el idioma griego moderno (a decir verdad tampoco el antiguo) y me parece que sus documentos son traducidos primero al ingles y de este al italiano, por lo que dejo la puerta abierta a la posibilidad de malentendidos. Pero si la expresión es exacta y el significado en griego es el mismo que en italiano, no quiero renunciar a expresar mis críticas por el lenguaje que me parece francamente “superficial”. Espero, que de alguna manera, esta carta llegue a ell@s y puedan responderme, incluso de forma crítica si así lo consideran. ¿Cómo se puede ser miembro de una organización revolucionaria, por muy informal que esta sea, y al mismo tiempo definirse “antiorganizativ@”? ¿Cómo se puede ser miembro de una organización, aunque informal, y definirse como “antisociales”? Si estas en ellas, al menos en la lengua que yo hablo, no eres “antisocial”.
Además esta confusión teórica y terminológica la encontramos también en la reivindicación del atentado contra el administrador del “Ansaldo Nucleare” Roberto Adinolfi. Un documento inaceptable en cuanto a su discurso general, en el que cada tanto aparecen palabras como “individualismo” y “nihilismo”, que me ponen la piel de gallina, mientras las acompañan de palabras como “proletariado”, que también estaban presentes en todos los documentos de los primero años de la Federación Anarquista Informal. Esto es totalmente legitimo, dado que afirman que esta es su primera acción y no conocen a l@s demás, pero también es legítimo criticarles, cuando la crítica no es una condena por la acción, heroica, sino por cuestiones teóricas.
Yo considero que “insurreccionalismo” e “individualismo” no son sinónimos. El insurreccionalismo es simplemente una hipótesis estratégica. Es la tésis por la que no se cree en la denominada “revolución democrática”, no se cree en la vía electoral a la revolución de Chávez, no se cree en la vía europea al comunismo de berlinguer. El insurreccionalismo considera la revolución como una guerra cuyas batallas son las insurrecciones. Piensa que primero a través de la propaganda por el hecho, despúes con la sublevación popular de masas y al final con la revolución se podra crear un mundo mejor. Pero esto no dice nada sobre si l@s insurreccionalistas son individualistas o comunistas, anarquistas o estalinistas. Por ejemplo las BR (Brigate Rose – Brigadas Rojas), hablaban de “propaganda armada”, queriendo diferenciarse mediante su uso del término “propaganda por el hecho” del anarquista Malatesta, aunque de hecho hablaban de lo mismo, así que en rigor, también ell@s pueden ser considerad@s “insurreccionalistas”, aunque estalinistas.
II.
La gran innovación teórica del anarquismo de lengua italiana, respecto al profundo concepto de la “informalidad”, ha sido la de superar la dicotomia entre individualismo y comunismo, en el seno del movimiento anarquista. Esta dicotomia se desarrollaba desde la mitad del siglo XIX, desde los tiempos de Stirner y Proudhon, Bakunin y Neçaev. Ha sido la genialidad del compañero Alfredo maria Bonanno la que ha superado por vez primera esta dicotomia, y por esta empresa teórico-filosófica pasara a la historia de l@s pensador@s anarquistas.
Bonanno escribe:
“Entre l@s compañer@s anarquistas existe una relación ambivalente con el problema de la organización. Se colocan en dos extremos, la aceptación de la estructura permanente, dotada de un programa bien delineado, con medios a su disposición (aunque sean escasos) y subdividida en comisiones; y el rechazo a cualquier relación estable, incluso a corto plazo. Las federaciones anarquistas clásicas (de viejo y nuevo cuño) y l@s individualistas, constituyen los dos extremos de algo que busca escapar de la realidad del enfrentamiento.”
(“Afinidad y organización informal”, 1985)
Bonanno considera tan inútiles y estériles, tanto el individualismo como las organizaciones burocráticas del anarquismo social. La organización informal es la sintesis, en un cierto sentido hegeliana, entre la antitésis individualismo y organizativismo.
En tiempos muy recientes, sobre estas páginas virtuales (www.anarchaos.org) ha aparecido una gran contribución de un joven y cándido compañero. Michele Fabiani ha analizado los límites del dualismo:
“Nuestra civilización se funda sobre el concepto del dualismo, basta pensar en los conceptos de Bien y Mal, o en los contrarios de Heráclito, o en la lucha entre clases de la visión marxista, o en la dialéctica hegeliana y otros muchos ejemplos que se pueden citar. El dualismo, como todas las concepciones impuestas desde arriba y que se pretenden aplicar a todos los fenomenos naturales, es un concepto profundamente antilibertario, axiomático y antiexperimental. No se pueden reducir la complejidad de motivaciones que empujan a un individuo a la rebelión y a la conflictividad con el poder político y económico, a un simple enfrentamiento entre “ideas” (a fin de cuentas las clases sociales son ideas). Ante todo deben ser las ideas las producidas para representar los fenomenos de la forma más adecuada posible; eso significa que cuando una idea no es lo suficientemente adecuada para ello se hipotetizara una idea diferente.”
(“Experimentemos la Anarquia”, 2008)
Entre tantos dualismos, entre derecha e izquierda, entre Estado y Capital… está el dualismo de l@s anarquistas, entre organizador@s y antiorganizador@s:
“Es el más sentido entre l@s anarquistas, aunque a les interese más o menos. Como todo dualismo en la era moderna es amplificado, frente a una realidad más compleja que en el pasado se presenta la exigencia de ideas claras: o estas libre o eres sierv@ de la organización, o eres parte de la estructura revolucionaria o eres un elemento irracional pequeño burgués entregad@ sólo a ti mism@. Frente a esta simplificación yo creo que el anarquismo experimental debe probar a hipotetizar ideas alternativas a la constricción poco libertaria del “estás conmigo o contra mí”. Pasa un poco como con el discurso sobre la violencia, la organización puede ser tan útil como dañina, es una cuestión de oportunidad […] Está claro que las organizaciones “eternas” son siempre dañinas, porque como meta inmediata tienden a buscar la supervivencia sobre todo lo demás, y por lo tanto ponen todo lo demás en un segundo plano: no se dirigen al ataque y a la destrucción del Estado, si este ataque pone en riesgo su propia supervivencia la condenan como provocación. En cambio, si son útiles las organizaciones con estrategias a medio y corto plazo, con tácticas imaginativas, innovadoras y experimentales. Por ejemplo, organizarse contra la construcción de una incineradora creando grupos de discusión con la población local, o bien organizaciones que tienen el objeto de apoyar a l@s compañer@s que han terminado en prisión tras una operación represiva, u organizaciones en el lugar de trabajo. Las “Uniones”, como las llama Max Stirner, se deshacen cuando su objetivo se ha alcanzado, cuando una incineradora no es construida, cuando l@s compañer@s encarcelad@s son de nuevo libres, cuando se ha conseguido el aumento salarial por el que se luchaba. El objetivo de l@s anarquistas no es el de conquistar el palacio del poder para poner allí nuestra bandera, nuestro objetivo es hacer la revolución, hacerla con tod@s l@s implicad@s, y no utilizar las insurrecciones para objetivos autoritarios y vanguardistas. La revolución se hace con l@s viejit@s del barrio que se levantan contra la incineradora que ha generado muerte y tumores, con l@s colegas del trabajo, con l@s que asaltan supermercados porque no pueden pagar aquello que necesitan, con quien incendia el pozo petrolífero que está envenenando los acuíferos del poblado, etc. No sucederá en la Historia que todas estas individualidades sean unánimemente anarquistas, quien espera ese momento para dar fuego a la pólvora o está cieg@ ante la realidad o es un/a cobarde! Ante todo debemos llevar a los momentos de revuelta un espíritu lo más libertario y menos autoritario posible, y estar presentes en las organizaciones que nacen de la base, en vez de crear la Santa Organización con objetivos teórico-estratégicos a larguísimo plazo.”
(“Experimentemos la Anarquía”, 2008)
Tomemos después el primer documento de la Federación Anarquista Informal:
“Para superar los límites de las proyectualidades individuales y experimentar las potencialidades reales de la organización informal, en nuestro caso la de una federación de grupos e individuos de acción, hemos dado vida a la Federación Anarquista Informal. Convencid@s de que solo una organización sin un centro de toma de decisiones, caótica y al mismo tiempo horizontal, donde ningún grupo o experto imponga su propia competencia, podrá satisfacer nuestra necesidad de libertad aquí y ahora. Aspiramos a un instrumento organizativo que refleje en sí mismo la visión de una sociedad anarquista por la que luchamos. Instrumento organizativo que por lo tanto no sea una continuación ni copia de un partido armado de vieja memoria, ni una organización dirigida a la captación de adept@s: un instrumento, la organización informal, a usar para probar la eficacia, la capacidad efectiva de aumentar la calidad y continuidad de la actividad revolucionaria; instrumento organizativo de otra manera inútil y destinado a autodisolverse. Conciliar organización y debate teórico/práctico con el anonimato de grupos/individualidades es posible mediante un diálogo difuso a través de las acciones: otr@s al aportar su específico discurso destructivo, vehiculizan también otros mensajes independientemente de los daños materiales (a través de la modalidad y medios empleados, objetivo, comunicación). Todo esto con la certeza de que no será ciertamente una minoría, por armada que esté, la que haga la revolución, pero decidid@s a no posponer nuestra insurrección a la espera de que tod@s estén list@s: convencid@s, hoy como siempre, de que la más simple acción directa contra las instituciones, comunica mejor que miles de palabras.”
(Reivindicación del atentado al presidente Prodi, 2003)
Al fin y al cabo se habla de organización. Para finalizar con las citas una última sobre los medios de comunicación:
“Una vida para el espectáculo (nosotr@s y los media)
El uso y/o relación con los mass media es desde hace años objeto de feroces discusiones dentro del movimiento y, al margen de la sociología de pacotilla y de la hipocresía individual, trasluce el temor a ser fagocitad@s por el monstruo. Los proyectos de “recuperación de la disidencia” son centrales en las estrategias de represión utilizadas por el régimen democrático, y son los propios medios los que fabrican héroes y portavoces (ver el fenómeno antiglobalización, etc.). Ahí está el hecho de que en cada celda de las cárceles italianas haya un televisor o circulen los periódicos, así como el todopoderoso electrodoméstico reinando en (casi) todas las casas, hospitales, locales públicos, etc. El paseo a través del vehículo mediático (TV, carta impresa, Internet, etc.) es arriesgado pero inevitable. Hay quien se vuelve pasiv@ frente a la censura o la manipulación, pero ante estas fosas ardientes pasam@s tod@s, violent@s y no violent@s. Estamos segur@s de que incluso el/la más dogmátic@ autor/a de anónimos está de acuerdo sobre el hecho de que un cajero automático (atacado) adquiere mayor utilidad si quienes al enterarse de ello, admirad@s imitan la acción al darse cuenta de que los bancos son atacables y merecedores de ello, no son sólo los dos o tres clientes madrugador@s y el/la emplead@ celos@. Preferimos que sean l@s compañer@s, con la eficacia de sus propias acciones l@s que obliguen a la prensa a hablar, que una estampa conmovedora de inocu@s y pintorésc@s manifestantes citad@s de pasada en una condescendiente breve reseña de prensa.”
(Reivindicación del atentado contra el festival de San Remo, 2004)
Esta a la vista de quien hoy, incluid@s l@s amig@s de anarchaos, escupen a la cara a l@s periodistas que se les acercan. Esto significa un uso táctico de la prensa, carajo! Mientras, hoy domina una chulería antiperiodística que conduce a la persecución de l@s compañer@s que se atreven a hablar con un/a mercenario de la pluma, aunque sólo sean unas pocas palabras. Soy bastante viejita y recuerdo muy bien una rueda de prensa de l@s compañer@s de anarquismo de los primeros años 90 en Roma, tras la primera oleada de registros que después se conocerían como “operación Marini”. Para ell@s la rueda de prensa era esencial para defenderse, no tenían tanta repulsión iconoclasta contra la prensa.
III.
Como conclusión. En los límites de la seguridad quisiera que l@s compañer@s me respondan sobre las cuestiones teóricas de fondo que he intentado plantear. Mi deseo es que las organizaciones revolucionarias no den pasos atrás. Que no reneguemos del gran descubrimiento teórico de la informalidad como un hilo de la madeja de la contraposición entre individualismo y organización. Que no se vuelva a la guerra entre individualistas y organizador@s. Pero que si se unen tod@s en una organización informal, donde, sin conocerse, en los límites del individualismo pero al mismo tiempo a un paso de la organización (aunque elemental), que de verdad se arriesgue a hacer daño al Estado y al Capital.
Saludos revolucionarios a quien sufre en las cárceles. Saludos a quien arriesga la vida y la libertad en la lucha. Independientemente de la crítica.
Reflexión sobre el comunicado del Núcleo Olga FAI/FRI
5 EkaA propósito del pantano genovés y los hechos que están pasando
La reivindicación del ataque a Roberto Adinolfi, administrador delegado de Ansaldo Nucleare, ha provocado reacciones diversas, unas de aplauso, otras de crítica*.
Antes de expresarme al respecto, tengo que constatar ( la única nota positiva actualmente, al menos en mi opinión) que se ha roto el tabú del silencio, imperante desde los años 70/80, por el cual frente a las “acciones armadas” había que callar –y no expresar críticas ni perplejidad- en homenaje a una presunta solidaridad entre “revolucionari@s”, “solidaridad” practicada siempre de modo unidireccional, o sea de l@s más débiles hacia l@s más fuertes “sobre el campo”.
La ruptura del tabú del silencio, ha sido llamada, de forma anómala y engañosa, “disociación”. De forma anómala y engañosa, por precisar, porque l@s disociad@s** -es@s que una vez pres@s se distancian del grupo de pertenencia- han existido y seguirán existiendo, pero no existe un criterio comparable y compartible para atribuir esa etiqueta a quien no estando asociad@ con alguien, expresa una opinión “que se sale del coro”.
Por otra parte, la idea de la “solidaridad revolucionaria” sólo puede funcionar si nadie establece jerarquías entre los diferentes “proyectos revolucionarios”, considerando unos más “revolucionarios” que otros.
Las precisiones son sobre todo necesarias porque es útil que todo el mundo se atenga a un uso correcto de las palabras, sin forzar su significado de forma instrumental.
No pretendo entrar a valorar el objetivo golpeado por el Núcleo Olga porque sería una injerencia indebida, pero si expreso una fuerte perplejidad, desilusión y mosqueo por la reivindicación.
Mitificar la “lucha armada” es un poco como enfatizar las performances de l@s deficientes. La lucha no tiene resortes – no es armada ni desarmada, ni violenta ni pacífica. Sólo es lucha. Y aquí la práctica escoge cada vez la modalidad que mejor se adapta a los objetivos que quiere alcanzar. Es pues incomprensible (por no decir que demasiado comprensible) que gran parte de la reivindicación consista en un ataque a l@s anarquistas, en particular al área anarquista insurreccionalista.
Parece una operación de marketing (pero, al menos en cuanto a las formas, las reglas del marketing no consideran lícito publicitar los productos propios hablando mal de los productos de l@s demás): est@s, l@s “anarquistas insurreccionalistas” venden humo, y nosotr@s buscamos cómplices para el asado. Ya que nadamos en la misma olla, o en la misma área de referencia (que además es la única que mantiene su propia dignidad después del “fin de los años del plomo”***) – debemos desenredar, acusar, usar todas las armas de descrédito posibles- una práctica común a todas las iglesias, desde que el mundo es mundo.
En fin incluir a Salvatore Cineri en el martirologio familiar sabe a provocación, porque el listado no perdería dignidad sin la presencia de su nombre. Es cierto que Salvatore Cineri fue asesinado, pero no por el estado ni su justicia. Hay quien piensa que fue una víctima –inocente- de la denominada “justicia proletaria”. Ya que la práctica imperante es no admitir los errores propios, incluso cuando se discute entre “compañer@s”, y si es posible reescribir la Historia según los intereses del presente, no tiene mucho sentido buscar “la verdad” sobre el caso Cineri. Salvatore ya es polvo. Lo importante es atesorar lo que enseña el pasado para afrontar con conciencia el presente y el futuro.
Una rana del pantano genovés
(Extraído de la web www.informa-azione.info)
*Atentado contra Roberto Adinolfi: el ingeniero y administrador delegado del grupo “Ansaldo Nucleare” (empresa italiana dedicada a la construcción de centrales y reactores nucleares, parte del grupo energético y armamentístico “Finmeccanica”), fue tiroteado en las piernas el pasado 7 de mayo de 2012 en Génova.
**Disociad@s: nombre que se les dio en los años 70/80, en Italia, a aquell@s militantes de grupos y organizaciones revolucionari@s, que una vez encarcelad@s o exiliad@s, optaron por abandonar sus respectivas organizaciones y grupos, distanciándose de la lucha armada y/o revolucionaria.
***Años del plomo: nombre que se le da al periodo histórico entre los años 1969-1984, años de radicalización política, agitación, y de enfrentamiento armado entre grupos y organizaciones de extrema izquierda y fuerzas represivas estatales (policía, carabinieri, servicio secreto) y organizaciones de extrema derecha.
FAI/FRI -Federación Anarquista Informal+Frente Revolucionario Internacional-Coordinadora informal de grupos totalmente autónomos que únicamente se coordinan a través de sus acciones, objetivos de ataque comunes y sus comunicados. Se dio a conocer en el año 2003 mediante el envío de paquetes bomba a diversas instituciones europeas, así como contra dirigentes políticos y policiales italianos.
Reflexiones escandalosas – algunas notas sobre el anarquismo civil
3 EkaEl texto que presentamos a continuación, escrito por una compañera inglesa en respuesta a las declaraciones de la Anarchist Federation (homologa de la Federación Anarquista Ibérica o de la Italiana) en relación a las últimas acciones de grupos adheridos a la Federación Anarquista Informal, representa una interesante crítica de las contradicciones internas de una concepción “civil” o “ciudadanista” de la anarquía y de gran parte del anarquismo contemporáneo. Esta traducción ha sido realizada a partir de su versión italiana, extraída de “Culmine”.
Cada cierto tiempo, cíclicamente, el anarquismo colectivo o social se muestra restrictivo frente a algun@s anarquistas y a la vez se reafirma un cierto anarquismo individualista. Ocurrió a finales del siglo XX cuando algunos grandes pensadores anarquistas empezaron a cuestionar algunos de los dogmas comunistas. Está sucediendo de nuevo, y esta vez estamos siendo testigos de cómo a algun@s anarquistas sociales les entra el pánico al ver que su confortable sueño es molestado, y a sabiendas o no, refuerzan la maquinaria del Estado condenando a sus indisciplinad@s hermanos y hermanas que amenazan la tarea de lo que un compañero ha definido acertadamente como “anarquismo civil”.
Este anarquismo civil es una criatura horrenda. Un monstruo viscoso, vil y despótico con ojos detrás de la cabeza que trata de ser lo que el anarquismo no será nunca: una mercancía digerible por las modernas masas consumidoras. Una de las grandes cualidades que buscan l@s implicad@s en la realización de ataques, es redescubrir el conocimiento de sí mism@s y l@s demás, del poder personal; efectuar una ruptura radical y dramática con la sociedad, con su intolerable jaula de normas sociales y la consecuente muerte de la sensibilidad individual. Algunos comunicados de esta tendencia son rebuscados y poéticos en extremo, y no son para todos los gustos, pero leer un comunicado de la Federación (N.del T.: con este término la autora se refiere siempre a las federaciones formales) es mortificante. Es un cortejo fúnebre de la política contra la vida, la voz patriarcal del “motivo político” contra el salvaje espíritu rebelde, de la política contra el individuo.
L@s combatientes buscan recuperar la voluntad y desenmascarar la falsedad. Esto sólo puede partir de la propia experiencia, no de la experiencia o los dogmas de otr@s, aunque sean referentes a tu relación con otr@s compañer@s de entre la “masa” o “clase trabajadora”. (…) Resulta increíble leer las reflexiones de aquell@s que se identifican como anarquistas de la Federación (formal) y resulta aún más inútil discutir con ell@s. Es un poco como criticar el espectáculo de un payaso según los criterios aplicados a un drama serio. Aquí la cuestión para mi es el mismo rechazo a la individualidad que impone el Estado – el agrupar en rebaños algunos seres humanos únicos, en algunas categorías útiles creadas por pedagogos y patrones que consideran complejo y peligroso al individuo, pero consideran inmensamente cómoda una abstracta jaula ideológica.
Esta ausencia de autenticidad y la política un tanto anacrónica de su “organización revolucionaria” se refleja en la indignación relativa al ataque armado contra el dirigente del sector nuclear italiano Roberto Adinolfi y el paquete explosivo enviado al capo de la agencia tributaria italiana Marco Cuccagna. La Federación manipula maliciosamente los hechos, en particular este último, a fin de vender su propia ideología, describiendo al dirigente de la agencia como “trabajador”. Eso no sólo es un insulto a la inteligencia de cualquiera que puede ver con bastante claridad que el objetivo era uno de los jefes que roba a l@s trabajador@s parte de su salario duramente ganado, sino que es desconcertante que se “preocupen” del sufrimiento de este objetivo y declaren categóricamente preocuparse también por la “clase trabajadora”. Ahora diréis que no me preocupa que este ladrón burocrático haya sido atacado, herido o asesinado. En realidad me produce placer. Imagino que también muchas otras personas no se preocupan, es más pueden estar satisfechas y por añadidura felices por esta noticia.
Algunas preguntas fundamentales a la Federación– que realmente no requieren respuesta: ¿Quiénes son esas personas de la “clase trabajadora” de las que hablan?¿a cuántas personas que forman parte de la “clase trabajadora” conocen personalmente?¿cómo saben que toda esa gente condena los ataques a los patrones, los recaudadores y las infraestructuras capitalistas?¿qué les da derecho a hablar en nombre de tod@s?¿qué piensan de la gente de la “clase trabajadora” que se rebeló en Londres en agosto de 2011 (y en el curso de la historia)? Aunque formular estas preguntas parezca ridículo, echar un rápido vistazo al discurso de la Federación parece necesario, visto lo segur@s que se sienten de sí mism@s.
La mentalidad de la Federación/Libcom continúa con su valoración psicométrica de las supuestas “tácticas terroristas”. Toman prestado un fantasma creado por los medios de comunicación hostiles y el Estado -el insensato e indiscriminado “terrorista” anarco-insurreccionalista. De nuevo ¿ cuantos de est@s individuos conoce la Federación? ¿ cómo sabe la Federación que estas acciones no son parte de una vida rica y compleja? Por otro lado, para decir una obviedad, los métodos insurrecionalistas están muy difundidos entre l@s hostiles del mundo así como en la “organización”, y tienen más en común con la revuelta de la “clase trabajadora” que todo lo relativo a la Federación. La Federación es significativamente muda sobre esta realidad, prefiriendo hacer señales paternalistas a la rabia de la “clase trabajadora”, que sólo será más constructiva si l@s indisciplinad@s admiten la sabiduría de los expertos de la Federación y aceptan sus prescripciones.
Aquí la Federación se revela de nuevo incapaz de liberarse del torno de la ideología; realizando un nuevo rechazo de la complejidad del ser humano y continuando con su reducción a algunas categorías abstractas útiles. Pero si miramos a las reacciones de la Federación frente a otr@s anarquistas, esta resulta muy siniestra y frecuentemente indistinguible de las de nuestros enemigos. Su campo predilecto es Internet. Una breve exposición de las críticas no sólo a la tecnología, sino también a las experiencias de ella, revela esta forma virtual de interacción de masas como muy destructiva. Además, el lenguaje usado por la Federación es similar a probar el puño que se abate sobre el rostro humano del anarquismo. La Federación refuerza el Estado, adoptando la retórica del sistema industrial-militar-tecnológico, vista su ya citada condena de las “tácticas terroristas” anarquistas.
En la búsqueda de la liberación, el individuo debe poderse expresar y ser él mismo. El individuo no está siempre en oposición al colectivo, pero tratar de dirigir los aspectos individuales desde cualquier grupo o sociedad, contra su voluntad, es totalmente inútil. Tarde o temprano el individuo se rebelara porque una colectividad de masas forjada a costa de una individualidad libre comportara reglas y normas (aunque estas sean informales o no escritas) que van contra la libertad de la vida, de los sentimientos y del pensamiento. Estas tendencias han estado en guerra con anterioridad, y vale la pena leer los escritos de Voltairine de Cleyre sobre el tema, con sus sugerencias sobre el individuo anarquista libre de expresar su propia rebelión a su manera. Ataques violentos contra los patrones y el Estado, alejaran a algunas personas, pero no a todas. La acción pacifista alejara a algunas personas, pero no a todas. Aunque por una sola vez tuviéramos éxito identificando a las personas de la “clase trabajadora” y en hacerles comprender que son “clase trabajadora”, ¿realmente piensa la Federación que esta masa de gente tendrá una visión homogénea sobre el cambio social, sobre las causas de la miseria y sobre el mejor modo de liberarse (si tod@s coinciden sobre el hecho de que la liberación sea su objetivo? L@s anarquistas civiles están tratando de conducir a una clase proletaria consciente que ya no existe en el mundo en el modo en el que fue descrita en Occidente como sujeto revolucionario. Están embarcad@s en una vacía búsqueda, que sólo produce esterilidad respecto al actual e incontrolable enfrentamiento social de masas, y es inútil por seguir sus propios trámites políticos y sus propias conclusiones.
La división de las personas en clases es un sinsentido cuando no se han tomado como base las acciones y opiniones individuales. Una breve ojeada a la historia de l@s nativ@s americanos, por ejemplo, nos muestra lo banal y superficial de hablar de “pueblo nativo americano”, es como un homogéneo eructo: ha habido guerreros indígenas que han combatido el genocidio y la integración forzosa y ha habido estados indígenas que han colaborado con el estado americano y han vendido a su propia gente para acumular dinero y poder.
Aquell@s de nosotr@s que podrían adaptarse a las etiquetas de insurrecionalista, individualista y/o nihilista, no hacen declaraciones perfectas sobre cómo se presentara la revolución. Hay una gran humildad en las palabras de l@s rebeldes emergentes y los grupos de lucha armada. Podréis objetar al respecto que en este punto a lo largo de la Historia, cuando se ha intentado mucho se ha perdido mucho; admitimos que no sabemos qué es “justo”, qué “funcionara”. La gente es más compleja que eso y el mundo es enorme.
La interpretación de la Federación respecto a “la lucha de la clase trabajadora” es problemática. La “clase trabajadora” como era concebida ha desaparecido y de todos modos, como la democracia, para much@s estaba basada en el horror y la mentira. La democracia fue inventada sobre las espaldas de l@s esclav@s grieg@s, y la Revolución Industrial primero impuso la destrucción del individuo y luego en esta época que odiamos la introducción del “rebaño de l@s desposeíd@s”. Concentrarse en la “clase trabajadora” de esa manera es como mezclar diversas formas de opresión sin decidirse por ninguna de ellas: en los inicios de la Revolución Industrial la gente combatió con uñas y dientes contra el ser sometid@s a ser “clase trabajadora”. La asimilación de artesanos y habitantes rurales en clase trabajadora industrial fue sangrienta; de ahí porque el que algun@s anarquistas hoy día estén tratando de realizarla, sobre todo ahora que la maquina ha avanzado reconvirtiendo a la tradicional “clase trabajadora” en una masa consumidora post-industrial, resulte no sólo criticable, sino bizarro. Esos son simples pasos en la definición/progreso de la maquina y haríamos bien en abandonar todas esas quimeras. No negamos que la lucha de clases se haya combatido siempre, pero yo prefiero de largo el término “guerra social” a “lucha de la clase trabajadora” porque este primero incluye a más individualidades y sus elecciones, incluyendo a aquellas que tradicionalmente se han considerado “clase trabajadora”. La clase como concepto y vínculo social se ha enfangado con los años. Como hemos podido ver la gente puede ser cruelmente dividida en ricos y pobres, integrad@s y excluid@s, crític@s y acrític@s respecto al Estado y la civilización.
Negar la autonomía individual, la conciencia y las relaciones causa la alienación y el debilitamiento. La autoridad de una fantasmal masa sobre l@s individuos no ha hecho otra cosa que apoyar el proyecto del Estado y del capitalismo, que coinciden en concebir al ser humano únicamente como una unidad económica o una agregación sin rostro de unidades económicas. ¿Realmente queremos definir así a los seres humanos? Y ¿realmente l@s anarquistas piensan que esta perspectiva es liberadora? Negar el papel de la acción individual a favor de la pasada y vaga concepción de “lucha de clases” es una ficción peligrosa. Seguramente, destruir la voluntad y el valor del individuo es también parte del proyecto del Estado; no puede ser llamad@ revolucionari@, excepto en un sentido autocrático y superpolítico de seres gobernados por el aparato estatal, quién desea el debilitamiento del individuo o de los grupos afines de individuos. No es tarea de l@s anarquistas reemplazar una tiranía, ya sea esta “democrática”, monárquica, colectivista o cualquier otro tipo de gobierno.
¿Qué es esta cuestión de las declaraciones que condenan las acciones y las opiniones de otr@s que se consideran anarquistas? Esto es jugar al juego político de l@s “anarquistas buen@s” y “anarquistas mal@” de los medios de comunicación y la maquinaria represiva de la policía. Significa devaluar el autentico significado del término “anarquía”, una complicada y mutable red de principios, prácticas y relaciones con el fin de lograr la liberación, que no es de una única manera.
Más que a otros motivos, el hecho de que la Federación sienta la necesidad de hacer declaraciones contra las acciones de otr@s anarquistas se debe seguramente a que les hacen sentir que su proyecto ha fallado. Para finalizar mi discurso, digo a la Federación Anarquista y a sus secuaces itinerantes: yo no coincido con vosotr@s, no deseo el mundo que tenéis en mente. Creo que no soy la única que encuentra vuestras declaraciones y discurso contrarios a mi rebelión y a mi concepto personal de liberación que he basado en mi comprensión y experiencia de la opresión estatal. Y visto que vuestro proyecto depende de la absoluta aceptación por parte de la masa de la que formo parte, y visto que eso se desprende de los debates y declaraciones de la Federación, que se imagina una sociedad de masas anarquista; yo declaro que quiero la libertad no sólo del Estado sino también de la sociedad y de vosotr@s. Por lo tanto os pregunto:¿qué haréis conmigo?
He iniciado este articulo deseando animar a aquell@s de nosotr@s que se declaran anarquistas a cesar la mutua condena y para decir claramente que realmente ningun@ de nosotr@s tiene “la solución”. Así que concluyo revelando que algun@s de “nosotr@s” tienen bien poco en el corazón, el pensamiento y las acciones de libres, y poca cosa de lo que realmente significa solidaridad y lucha, y si debemos imaginar una sociedad anarquista como la de la Federación Anarquista, esta estará llena de represión y prisiones varias, como esta sociedad. Y así están las cosas, aquell@s que quieren imponernos al resto de nosotr@s su sociedad sin rostro realizan su propia futilidad.
Venona Q.